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México no ha cambiado casi nada respecto a la política que se realiza al interior del país, y esta sigue siendo de acuerdos y “regalos2 para quienes actuar en línea con las decisiones de quien está al frente del Poder Ejecutivo Nacional.

Así lo ha dejado ver Andrés Manuel López Obrador, quien siguiendo la tradición de remover piezas dentro de su gabinete y colocar a gente que sea “leal ciegamente” ha ido modificando su forma de trabajo de una administración que se preocupaba por atender loa los más pobres a una administración preocupada más por mantener para la próxima administración federal.

Al colocar a Adán Augusto López Hernández al frente de la Secretaría de gobernación, le permitió también decidir quién lo sustituiría en su cargo y no consulto al pueblo sabio de Tabasco sobre este asunto.

Era lógico que el superdelegado, Carlos Manuel Merino, asumiera las riendas del manejo de Tabasco, porque precisamente este nuevo puesto burocrático fue creado por López Obrador para estar cercano a los gobernadores y en su caso poder presionarlos para evitar que se salgan de la línea de trabajo delineada en esta 4T.

En una acción que se adelantó al trabajo que le corresponde al Congreso local, López Obrador decidió el sustituto de López Hernández, dejando en claro que los superdelegados fueron creados para cuando estas ocasiones se presentaran.

Lamentablemente ni el congreso local, dominado por morena, ni el federal señalaron lo anterior y solo se dejó realizar el cambio, como una forma común y cotidiana que se hace en México, manteniendo con ello funciones meta constitucionales del Ejecutivo no escritas en la Constitución y que corresponden, repito, al Congreso local, representantes de la población de los estados.

Esto también nos muestra que el titular del Ejecutivo, puede utilizar este poder, para ofrecer puestos a quine de alguna manera se alienan a los designios en la forma de gobernar de López Obrador.

Para muestra un botón, el gobernador saliente de Sinaloa Quirino Ordaz Coppel, ha sido propuesto por López Obrador como embajador de México en España, esto por “ser un hombre trabajador, con experiencia y porque ha realizado un buen trabajo en Sinaloa como gobernador”

Esta decisión causo asombro a propios y extraños si se toma en cuenta que Quirino Ordaz es un militante del PRI, por muchos años y que a pesar de que llego a la diputación federal signado por el PVEM, fue solamente la puerta de entrada para llegar a ser nominado como candidato al gobierno de Sinaloa y después alcanzar el triunfo. Durante la administración de Enrique Peña Nieto, quien lo designo también por el buen trabajo realizado.

Esto muestra que en la política no importa en que partido se milite, siempre y cuando se alinee a la administración federal en turno, podrá recibir un reconocimiento a esa labor

Así atestiguamos una vez más que la política en México sigue decidiéndose por intereses personales y de grupo y que la democracia que tanto se habla solo sirve como una cortina que cobija y resguarda esta forma peculiar de realizar política.

López Obrador, con la designación y probable aprobación de la mayoría del Senado, en esta ocasión de Morena, aliados y del PRI, enseña nuevamente el “dulce” y da entender que aquellos que actúen a su lado podrán obtenerlo.

Ya vimos un primer guiño entre PRI y Morena en la cámara de diputados al aprobar la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas, ahora con la pospuesta de Ordaz Copel como embajador, en unos días más habrá otros ex gobernadores no morenistas en embajadas o puestos importantes dentro de la administración federal y posiblemente esto resultara en aprobación de algunas iniciativas de ley que particularmente le interesan a López Obrador.

El cambio en la política no se ha presentado y sigue igual, como en los viejos tiempos del PRI.