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“Un crecimiento mediocre” era lo que vociferaba Andrés Manuel López Obrador, durante los últimos 18 años, cuando desde la oposición empezaba a soñar con alcanzar la presidencia de la república.

Manifestaba que los promedios anuales de crecimiento económico que se consiguieron en los sexenios de Vicente Fox, con un promedio anual de 2 por ciento, en del Felipe Calderón de 1.8 y de Enrique Peña 2.4 por ciento, eran insuficientes y él podría hacer que nuestra economía creciera por encima del 5 y 6 por ciento.

Ahora que está en el puesto anhelado, al parecer no le ha encontrado la cuadratura al círculo y más allá de obtener crecimientos por encima del 6 por ciento, obtuvimos números inferiores al punto porcentual y una caída estrepitosa de 8.3 en 2020.

Dice que la caída económica en gran parte es consecuencia de la pandemia del covid-19 que azoto al mundo, y quizás tenga razón. Sin embargo, esta caída pudo haber sido menor, si se hubieran aplicado medidas como el fortalecer a los sectores productivos y con ello proteger los empleos existentes y evitar el cierre de empresas de todos los tamaños.

No se hizo nada al respecto, y los resultados son el incremento de pobreza en 3.5 por ciento del país, colocando al 55 por ciento de la población mexicana en un nivel de pobreza y 2.8 por ciento de ella en extrema pobreza.

Por fortuna de México, las medidas, de fortalecimiento en sus sectores productivos si se aplicaron en Estados Unidos, lo que le ha permitido a esta nación tener una recuperación más rápida de su economía, y también que jale a nuestra economía, para ,aun con un crecimiento desigual, podamos alcanzar un nivel de 6.2 por ciento, pero como efecto de un rebote y no de la cremación de riqueza interna, por lo que estaremos por debajo en 2 por ciento, respecto al crecimiento necesario y situarnos en punto de superación de la crisis.

Ahora, en la entrega del Paquete Económico para el 2022, se espera cerrar ese próximo año con un crecimiento de 4.1 por ciento económico, que en promedio colocará al país en crecimientos entre un punto porcentual y 1.4 por ciento.

De tal forma que las palabras que vociferaba en aquellos años, las escuchara dentro de su cabeza y las soluciones que antes tenía de inmediato habrán desparecido.

De esta manera entenderá que no es lo mismo estar en el lado de la oposición, donde sin ningún sustento real, se puede criticar cualquier acción de gobierno y manifestar soluciones simplonas, que el estar al frente de las riendas de todo un país, que prometió crecimientos económicos altos y mejor calidad de vida.

Duro golpe ha de ser la realidad, es por ello que no quiere verla