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NÚMERO CERO/ EXCELSIOR

La gestión de las vacunas contra covid muestra un paso lento, zigzagueante y aleatorio cuando el país llega oficialmente a las 200,000 muertes. El plan de vacunación se mueve por un camino que parece guiado por la esperanza casi teologal de que alguna figura divina otorgue el bien prometido, como ahora el “préstamo” de 2.7 millones de dosis de EU a México. Pero esa manera de llevar la inmunización también revela la opacidad en el manejo del gasto de las instituciones encargadas de comprarlas y atender la emergencia sanitaria.

La campaña tiene un ritmo crítico, aunque el nuevo embarque la reactive. Pero el reparto de excedentes estadunidenses no deja de tener algo de providencial, aunque se origine en una petición de ayuda de López Obrador ante el retraso de su llegada a México. Y lo tiene porque nos libra de un daño inminente, pero por coyunturas ajenas al plan, como la protección de las fronteras socioeconómicas de América del Norte, ya sea de los contagios de virus o de la presión de la migración. Las contraprestaciones no son claras, como ocurre con los acontecimientos inesperados.

La reserva de la negociación da lugar a especular sobre algún truque de vacunas por reforzar el compromiso de contener la migración, pero más importante que esto es observar que el salvamento confirma que la opacidad ha sido la constante del proceso. La falta de acceso a la información sobre contratos con laboratorios y del ejercicio del gasto imprimen un sello un tanto providencial a la vacunación, todo lo contrario a la posibilidad de planearlo. Si llega la tercera ola “que nos agarre vacunados”, diría el Presidente, o confesados, se podría agregar.

El costo de no planificar es alto en vidas, pues sin información sólo queda caminar a ciegas o esperar que la inmunidad de rebaño llegue por el contagio de la epidemia.

México ha denunciado en la ONU el “acaparamiento” de vacunas de los países más desarrollados, pero el gobierno no ha rendido cuentas sobre la aplicación de los recursos y los obstáculos internos para la inmunización. Tuvo varios meses para planear, negociar y concretar las compras desde que decretó acciones extraordinarias para enfrentar la emergencia sanitaria en marzo de 2020, que incluía la autorización de adquisiciones directas sin licitación pública. Sin embargo, no se ha informado en qué se gastaron unos 73,000 millones de pesos que se transfirieron al Insabi desde el Fondo de la Salud para el Bienestar y que servirían para obtenerlas. Además de que clasificó como confidenciales, por cinco años, los contratos con las farmacéuticas, aunque laboratorios como Pfizer publicaron listas de países y México no aparecía en ellas. La falta de transparencia impide saber los recursos erogados, los métodos de contratación y la cantidad de dosis pactadas, que a la luz de los hechos nunca llegaron.

México y todo el continente está abocado a conseguir recursos para enfrentar la pandemia y evitar el descalabro económico. La emergencia justifica que el dinero debe usarse de manera rápida y efectiva, pero en los hechos se ha traducido en incertidumbre sobre los lotes y montos de vacunas y ausencia de rendición de cuentas de los gastos en la pandemia. La opacidad puede esconder sólo promesas de venta y contratos que nunca se cerrarán o, bien, recursos presupuestales que tampoco se canalizaron para adquirirlas.

En el Congreso se ha pedido un programa de auditorías emergentes de los gastos del presupuesto de 2020. Las experiencias en desastres en México y otros países demuestran que en una emergencia no es fácil asegurar que el dinero llegue a donde debe llegar. Cuando hay fraude o corrupción se pierde dinero indispensable para superar la crisis. Por ello la urgencia del acceso a la información para conocer, por ejemplo, el incumplimiento de los laboratorios por servicios contratados, si era el mejor precio y con la empresa idónea. En medio de la opacidad, la inmunización ha acabado por depender de la diplomacia o de préstamos. Cada tanto se celebra la llegada de aviones con embarques de la cooperación con gobiernos como Argentina, China o India para repartirlas, pero sin esclarecer que pasó con las farmacéuticas privadas ante posibles irregularidades por su manejo discrecional. Nada sería más dañino que encontrar corrupción en una emergencia que ha dejado a México como uno de los países con mayor exceso de muertes.