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El teólogo Paul Louis Lehmann es una de las voces más influyentes de la fe cristiana del siglo XX. Su pensamiento se centró en la ética política, la teología de la revolución, la teología de la paz y los derechos humanos, temas que marcaron la reflexión cristiana en tiempos de crisis políticas y sociales.

Estudió en la Universidad Estatal de Ohio y en el Seminario Teológico de la Unión, donde inició su trayectoria docente en 1930. Allí conoció al futuro mártir Dietrich Bonhoeffer, con quien estableció una amistad duradera y compartió inquietudes sobre la relación entre fe y política. Viajó a Europa, donde se acercó al pensamiento de Karl Barth, uno de los más grandes teólogos del siglo XX y autor de Carta a los Romanos, libro que marcara a varias generaciones de pensadores protestantes.

A su regreso, Lehmann obtuvo el doctorado y se consolidó como académico en Wellesley College. En el 47 asumió la cátedra de ética teológica en Princeton y, en el 56, fue llamado a Harvard. Desde 1963 hasta 1974, regresó al Seminario de la Unión como profesor de teología sistemática.

Lehmann no solo fue un pensador y académico: también se implicó en la vida pública. En 1951 presidió el Comité de Emergencia para las Libertades Civiles, que reunió a más de 150 líderes de distintos sectores para resistir las políticas del macartismo. Su compromiso con la libertad y los derechos civiles marcó su vida, obra y acción pública. Aquellos días fueron peligrosos para las mentes libres, era fácil ser catalogado de “comunista” y terminar vetado y perseguido por el grupo de poder americano. Sus últimos años los pasó en Manhattan, donde falleció a los 88 años.

Entre sus libros: La ética en un contexto cristiano, considerada su obra más influyente; Ética cristiana – ética marxista; La política del discipulado y La transfiguración de la política, donde reflexiona sobre Jesucristo y la revolución. En ellas defendió que la ética cristiana no podía aislarse de la política, pues la fe debía dialogar con los conflictos concretos de la historia.

Lehmann planteó que el cristianismo debe ser una fuerza de transformación social, orientada a construir comunidades donde reinaran los derechos humanos y la dignidad. Su obra es un puente entre la teología, la ética y la política. No se puede creer en el Nazareno y ser indiferente en temas como la migración y el dolor de las personas. Mucho de lo que hoy es la fe católica se lo debemos a los grandes teólogos protestantes y a la apertura del Vaticano II. Si viviera Lehmann, estoy seguro que apoyaría la causa palestina y se opondría a las políticas de derecha que sacuden el hemisferio. Seria fiel a la memoria del predicador alemán que terminó muerto por los nazis en un campo de concentración