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En homenaje a Yaz y mis colegas reporteras que perdieron la batalla

No, no es dictadura, es autocracia.

Y desde ese nivel, el más alto del sistema de gobierno es el que nos tocó sufrir, en plagio de la frase original de doña Cristina Pacheco.

Es ejercer el periodismo en tiempos de la 4T, en el escenario que desparrama maledicencia y los periodistas se han vuelto zopilotes y perros del mal, enemigos declarados, desde la óptica de quien quiere verse en el espejo de Maléfica y asumirse inteligente porque la plata pulida le refleja esa versión.

Por eso nos acusan, con dedo flamígero diría mi amigo Paco Rodríguez.

Dicen que mentimos cuando divulgamos verdades y señalamos yerros y opinamos y proponemos, en cumplimiento de este oficio que ha encontrado en las mujeres una vasta gama de comunicadoras que hace medio siglo irrumpieron como bocanada de oxígeno en un medio donde los varones eran la pura verdura, dueños de los espacios consecuencia de una generación educada a la antigüita.

Usted y mis colegas disculparán el exceso verbal pero así nos tratan desde el poder, desde esa latitud en la que sólo caben mercenarios del oficio y sedicentes comunicadores de a cuanto el tuit, de esos que aplauden las gracejadas y son portadores de preguntas a modo.

Y presumen ser periodistas.

Pero, bueno, ocupo mi espacio en estricto uso de esta libertad que me otorga la independencia, una vez que me despojé del apellido “reportero de” y dejé de recibir órdenes de pendejos que creen que hacer periodismo es copiar el mensaje y cubrir al poder en turno para quedar bien con: dijo, agregó, añadió y finalmente.

En ausencia del conocimiento de los verbos, de qué implica utilizar “detalló” y “aseguró”, porque es la moda en la redacción.

Pero, bueno, hoy el tema es el homenaje a mis compañeras, a mis colegas reporteras de quienes poco o nadie se acuerda en fechas como ésta del 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer.

Hasta hace algunos años, en tiempos del neoliberalismo cuando los conservadores, machuchones y fifís gobernaban al país, a las colegas reporteras por lo menos una tarjeta, si usted quiere para quedar bien, les entregaban en mano en las fuentes de información.

No, no le crea usted a quien o quienes aprovechan los espacios del poder público para denostar y asegurar que en esos días pasaba de todo y las reporteras y los reporteros callábamos como momias, un eufemismo para no decir que nos hacíamos pendejos de la mano de los editores, para no publicar lo que veíamos y nos constaba como noticia en potencia.

Recuerdo a las reporteras que, en la Ciudad de México y algunas estados de la república, llegaron a los medios de comunicación de hace medio siglo, cuando la liberación femenina irrumpió en sociedad y las escuelas de periodismo parieron excelentes reporteras que demostraron oficio en la tele, en la radio y los periódicos de la época, cuando una generación de empíricos en gran mayoría dejaba espacios para periodistas universitarios y universitarias.

Quizá usted ha sabido de reporteras, algunas de ellas aún en ejercicio del periodismo, como mi maestra Sara Lovera, Bertha Fernández, Isabel Zamorano, Ofelia Aguirre –que se nos adelantó hace ocho años–, Rebeca Lizárraga, Verónica Valdés González, Virginia Durán, Ada Hernández Delfín, Rosaura Ruz –la famosa Chagüa–, Perla Xóchitl Orozco, María Cristina Espinosa, Ana Cristina Peláez, Dorá Jordá, Paulina Becerril Carmona –fallecida hace una década–, Elda Maceda –cuya partida fue hace un par de años–, Norma Padilla, Beatriz Alfaro, Silvia Durand, Elda Montiel, Elena Gallegos, Concepción Badillo, Micaela Albarrán, Pilar Llergo, Delia Rocío Galván y su tocaya Rocío Castellanos, Rosa Elena Vázquez, Emma Galván y Alejandra Ortiz, Isabel Morales y su tocaya guerrerense Isabel Ortega Morales que fueron pioneras en esa apertura en los medios de comunicación y no relegadas a espacios como Sociales o Espectáculos, costumbre en esos días frescos del movimiento del 68 y la movilización del 10 de junio de 1971, que terminaron en masacre.

Y también usted debe saber que en los medios de comunicación hay mayoría de mujeres, a quien abrió paso aquella generación de las que hoy son abuelas pero vigorosas periodistas que dejaron la reporteada cotidiana para estar en el balcón del análisis y el aula en la que comparten conocimientos y experiencia.

¡Ah!, mis compañeras de la fuente presidencial, aquel famoso grupo “Arcoiris” integrado solo por mujeres que se abrieron espacio y se ganaron el respeto a pulso, con la reporteada de exclusivas, consentidas y respetadas por don Pepe López Portillo que aguantaba vara cuando lo criticaban o de plano personalmente, de viva voz le reclamaban ausencias informativas.

Me traiciona el alemán y no recuerdo nombres, aunque sí rostros, miradas de reporteras que daban cátedra en la cobertura informativa.

¿Quién les recordó este miércoles 8 de marzo? ¿Quién les dio un abrazo y reconoció su tarea de tantos años? ¿Quién o quiénes felicitaron a mis colegas en las fuentes, pocas que quedan con espacios de sala de prensa, en las que se reúnen reporteras profesionales?

Las hay jovencitas y maduras, reporteras curtidas en la cobertura de fuentes como la del ejercicio legislativo, de la tarea de 500 diputados y diputadas federales, de 128 senadores y senadoras, que requiere conocimientos, experiencia y cultura.

Quién o quiénes felicitaron a Maxi Peláez, Karina Aguilar, Maru Rojas, a mi comadre Maricela Nieto y mi también comadre Ercilia Feria, a Erika Mora, Ivonne Melgar, Guadalupe Moreno, Irma Pilar Ortiz, , Margarita Nicolás, Angélica Melín, Susana Coeto, Gina Morett, Claudia Salazar, Leticia Robles de la Rosa, Magdalena García de León, Aracely Aranday, Claudia Guerrero, Paty Ramírez y Paty Torres, Claudia Téllez, Yvonne Reyes Campos, Rosy Ahuactzin, Cecilia Hernández Delgadillo, Georgina Howard, Martha Elba Torres Martínez, Carla Contreras, Mónica García Durán, Blanca Santos, Claudia Flores Barreto, Rosa Elena S. Barrios, Rosalba Amezcua y otras colegas cuyos nombres, reitero, se me pierden con la jugarreta del alemán Alz Heimer, reporteras que a diario están en la trinchera de la información o despachan en la oficina de prensa…

Son mujeres que poco disfrutan a la familia, que aprovechan el tiempo libre para atender a los hijos y las hijas, que pueden dictar la nota tempranera desde la cocina mientras preparan el desayuno para el escolapio y la colegiala que prometen portarse bien y estudiar para, la broma elemental, no terminar como periodistas.

¿Alguien reconoce el trabajo de mis colegas que tienen mil historias de vida pero se funden en una sola tarea: el ejercicio del periodismo?

Vaya mi reconocimiento a ellas, mi agradecimiento por compartir experiencias, por enseñarme a ser mejor reportero y ser humano. Mis colegas incomprendidas y amadas, siempre profesionales.

¿La 4T es feminista? ¡Cáspita, Batman! Digo.

sanchezlimon@gmail.com @sanchezlimon1