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NÚMERO CERO/ EXCELSIOR

La revocación de mandato tiene riesgos para Morena y sus presidenciables, aunque nadie duda de que dará un apoyo abrumador para que el Presidente siga hasta 2024. Las dificultades proceden de su impacto en la carrera presidencial y el proyecto transexenal de la 4T. Una baja participación afectaría sobre todo a Claudia Sheinbaum si tropieza en la CDMX después de los malos resultados en la pasada elección, porque debilitaría la confianza sobre su viabilidad como favorita para suceder a López Obrador.

Por eso quiere mostrar músculo. El juego de la sucesión pesa más que la rendición de cuentas porque podría alterar el cuadro de oportunidades de los presidenciables. Si la votación es menor a la elección de 2021, quedaría a la mitad de 40% que exige la ley para que sea vinculante, es decir, unos 37 millones de votos. Mucho peor si se sitúa en un insignificante 8% del juicio a expresidentes por llevar a revaluar a las “corcholatas” que López Obrador destapó hace un año o encartar a otros como Adán Augusto López Hernández.

En el ejercicio está en juego la capacidad de movilizar a gobernadores y alcaldes, mucho más que su uso propagandístico como reclama la oposición. La meta que se han impuesto es recuperar la votación de 2018 después de caer hasta 21 millones en las pasadas intermedias, algo que requiere mucho trabajo territorial y dinero.

También la demostración de fuerza es clave porque será un round de sombra con el bloque opositor. Según cálculos internos, podrían alcanzar su meta en estados con poca población, no así en los más poblados como CDMX o Edomex.

La CDMX está entre los rezagados y donde el revés del bloque opositor fue más contundente en 2021. Para afianzar a Sheinbaum, los morenistas se han tirado de cabeza para recuperar la votación de 2.5 millones de votos de 2018. Pisan un terreno difícil con la mayoría de las alcaldías de oposición y una maquinaria averiada por las heridas que dejó el revés de la última elección. En el entorno de Sheinbaum creen que ese resultado se debió –como ella dice– a que no se metió por ocuparse de la pandemia, pero ahora está de lleno en el revocatorio. El resultado puede dejar una vela prendida a Ebrard, que está dispuesto a pagar el costo que sea con tal de que no se apague.

Los riesgos, sin embargo, van más allá de la CDMX porque en la variación del voto de Morena y el bloque opositor no se despegan en los últimos comicios, y eso genera más temores de los que confiesan. De los 32 estados, la mitad son del bloque y la otra, de Morena, pero el revocatorio ha prendido menos en las grandes ciudades, donde más ha caído la votación de López Obrador desde 2018, unos 10 millones de votos, pese a su alta popularidad.

Los signos de preocupación pueden verse en la maniobra in extremis en el Congreso para liberar al Presidente y a funcionarios de gobiernos morenistas de mordaza con un acuerdo más que dudoso para interpretar la prohibición por la veda electoral, al precio de querer borrar de un plumazo a la Corte como máximo tribunal para fijar la interpretación de una ley. El INE, por lo pronto, no ha bajado la guardia y ordenó desmontar 278 espectaculares pro AMLO en 61 municipios ante la negativa de información de quién los pago, que tienen encolerizada a Morena y en particular a Sheinbaum.

La temperatura del revocatorio subirá por la presión de López Obrador a la dirigencia de Morena, gobernadores y alcaldes por alcanzar la meta a cualquier costo. Sheinbaum se ha confrontado con el INE porque, entre otras razones, Morena ha dedicado cantidades ingentes de recursos materiales y humanos para recuperar su bastión. Los programas sociales en el país alcanzan a 28 millones de mexicanos, pero en la CDMX ya se asumen como un derecho y no se traducen automáticamente en votos sin la operación de liderazgos que los atrapen. Sea cual fuere el desenlace, el Presidente proclamará su triunfo y seguramente acusará al INE de boicot, pero un mal resultado reflejaría un menor voto duro de Morena y reduciría su control sobre la sucesión. El ejercicio puede beneficiar su popularidad, pero descuadrar los planes de un destape temprano que cada día pesa más en la abocada a llevar los reflectores encima, Claudia Sheinbaum.