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Las guerras no se hacen solas, son producto de la falta de entendimiento entre los seres humanos, de la falta de comprensión, de respeto y de amor hacia los demás.

Una guerra no significa solo sacar a relucir las armas, mostrar el poderío bélico con que cuentan las naciones consideradas poderosas. Las guerras se inician por falta de amor y de exceso de ambición.

El sufrimiento de cientos de miles de seres humanos que están padeciendo los horrores de una guerra tiene graves consecuencias. Y esas consecuencias están ya presentes en una niñez que apenas empieza a vivir. La pregunta de una niña de escasos 10 años, quien con lágrimas en los ojos y un corazón latiendo angustiado, ha dado la vuelta al mundo. Es la prueba de que los líderes no piensan en que sus decisiones, bombardeos, ataques despiadados, están dañando a una población vulnerable.

“¿Por qué nos matan? Así, con angustia exclamó Nadine Abdel-Taif. Un clamor que invoca la conciencia de quienes tienen en sus manos la solución: detener el bombardeo. Dios permita que el cese al fuego, entre Israel y Hamás, dos zonas en conflicto, sea el inicio para entablar un diálogo para llegar a un buen entendimiento. Que la comprensión y sobre todo el amor a su pueblo prevalezca y convierta una zona de guerra en sitio de paz y tranquilidad.

En un conflicto nadie gana realmente; siempre hay más pérdidas que logros. Por una razón, la desconfianza prevalece en las partes involucradas por toda la escala de dolor, destrucción que hay detrás.

Tal parece que los seres humanos hemos venido a pelear y no a convivir.

No se trata solo de conflictos originados por un pedazo de tierra o de diferencias ideológicas o religiosas, sino que ha perdido en buen entendimiento.

La ambición, la testarudez, la falta de respeto, entre otros, pueden llegar a hacer mucho daño.

No es nada más pelear en un campo de batalla, sino que también se está dando en países donde los buenos liderazgos parecería que no existen. En las sociedades donde el respeto está ausente en todo. Empezando en los hogares donde la violencia se hace frecuente en mujeres y en niños. Violencia que se extiende a los centros de reunión, ya sea escolares, de trabajo, donde cualquiera puede llegar a violentar la tranquilidad de los demás.

El conflicto, la “guerra” la provocamos los seres humanos al ir acumulando en nuestro interior una serie de situaciones negativas que bien pueden ser coraje, frustraciones, resentimientos y los más peligroso: EL ODIO.

Sentimientos negativos adquiridos por quienes no son capaces de salir adelante cambiando sus actitudes. Dar el primer paso para reconocer y aceptar que, si bien se perjudica a otras personas, es mayor aún el daño que se causa a sí mismo.

Se sienten dueños de todo, como estamos observando en los cargos públicos.

Para gobernar, se requiere estar dispuesto a la entrega, a buscar siempre el bien común, en dar más que esperar recibir. Sin embargo, la política hoy en día se ha prostituido tanto que cualquiera se considera “político” cuando en realidad es un agitador, que miente con facilidad para conseguir su objetivo.

Un buen político, cuando llega al poder, entiende que debe gobernar para todos por igual porque no es el presidente de un partido político.

Quien insulta se insulta a sí mismo; quien señala sin pruebas un día será exhibido con razonamientos verídicos y no fabricados.

La humanidad está en guerra, sí y las naciones se debaten entre la destrucción y el odio de quien siembra el mal. Dios permita que la razón prevalezca para poder construir un mundo mejor para ofrecer a las nuevas generaciones.

Pero también desde cada hogar empezar a construir.