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La narrativa creada por Andrés Manuel López Obrador, con enfrentamiento verbal con todo aquel que no piense igual que él, muestra que al tabasqueño lo único que le interesa es mantener el poder para implementar su “transformación”, que en realidad es un retroceso a la época donde el poder del presidente era demasiado grande casi sin limites.

La falta de dialogo con los partidos de oposición, la descalificación a los moderados que pedían ese dialogo, que incluso motivo la salida de algunos moderados dentro de su gabinete, el ataque atacar a la clase media, que califico de “aspiracionistas”, el calificativo de “golpitas” por parte su Hugo López –Gatell a los niños de cáncer y a sus padres por exigir los medicamentos para su alivio. Y la destrucción y conquista de los órganos autónomos, han mostrado a un personaje pendenciero y que poco respeto guarda a la investidura que se le otorgo.

El oriundo de Macuspana sabe que sus mecanismos de control corporativo, como son sus programas sociales, mantienen su popularidad y por ello considera tener un número importante de votantes para su proyecto y quizás el resto de los ciudadanos son innecesarios.

Comprende también que el tener de su lado a las fuerzas armadas le sirven para sostener su proyecto por mas de seis años y para ello inició la destrucción de esos “diques” que se convirtieron los órganos autónomos, creados por la sociedad para vigilar y limitar el poder del ejecutivo.

El interés por controlar al INE y limitar al Tribunal Electoral no solo es por el temor de una elección que pudiera salir de sus manos al no contar con un órgano electoral bajo su supervisión sino también es parte de esa venganza política con aquellos que le impidieron durante varios años llegar al poder.

Sabe que en menos de 15 meses su sexenio culminara políticamente y por ello ha empezado allanar el camino quitando esas “piedras” que pudieran evitarle la continuidad de su movimiento en el poder.

Quizás por ello, el lenguaje del tabasqueño se vuelve más violento y amenazante, esperando que sus legisladores, oficiosos, y sus simpatizantes sigan aplaudiendo este proceder.

Empieza a mostrar que para sucederlo prefiere una presidencia sin limites para hacer y ordenar lo que le venga en gana sin rendir cuentas, pero si bajo sus ordenes.

México no se merece nuevamente una presidencia de ese talante, sino una que en verdad vele por los intereses de todos los mexicanos y no únicamente por los que un son serviles a él.