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NÚMERO CERO/ EXCELSIOR

A Samuel García le cortó las “alas” la impericia política para gobernar con un poder dividido del Congreso opositor. La tragicomedia del vuelo hacia su candidatura presidencial es una mezcla de parodia de la imagen de la “nueva política” que lo llevó al poder en Nuevo León y del sarcasmo de la “vieja política” del PRI y el PAN, a la que no pudo vencer con ataques discursivos y burlas sangrientas.

Una confrontación larvada con sus opositores acabó por segar su vuelo en una cruel derrota para el joven mandatario que avanzaba como si nada lo detuviera. Pero no fue así. Ni campañas mediáticas o la producción en redes le valieron para sortear la batalla jurídica que derivó en una crisis política por el desacuerdo por la transición de un gobierno interino. En el último minuto, un revés de la Corte le impidió abandonar el cargo o verse obligado a dejarlo al vicefiscal del estado, Luis Enrique Orozco, designado por el Congreso.

Prefirió aparcar sus aspiraciones, quizá hasta 2030, antes de perder el estado como le sucediera a Jaime Rodríguez, El Bronco, cuya administración también se vio cortada cuando busco la presidencia en 2018. Y que no resistió guardarse sus burlas ante la tragicomedia con un mensaje en redes en el que preguntaba “¿de qué me perdí?”. En alusión a la crisis política del estado. ¿Quién gana y pierde, además de Samuel?

La clase política ha perdido la brújula en el “nuevo Nuevo León”. La guerra con el Congreso desde que llegó al poder en 2021 ha desdibujado el mapa de la gobernabilidad en el estado, que ganó sin que su partido obtuviera ni un solo distrito, y en que ahora “reasume” el cargo para cerrar la crisis que detonó su precandidatura. Pero regresa con pésimas señales por el fracaso de la política para resolver conflictos entre Poderes que usan practicas tan viejas como usar la justicia para someterse. El fiasco lo comparte el Congreso, que también es responsable de la parálisis política por usar la mayoría legislativa para bloquearlo, en la vieja práctica del mayoriteo de la que tanto se quejan el PRI y el PAN del gobierno de López Obrador.

En los últimos dos años, desde octubre de 2022 la plaza del fiscal general está vacante por la falta de acuerdos políticos para destrabar la designación; el Poder Judicial tampoco tiene presidente luego de que José Arturo Salinas fuera nombrado gobernador interino tras la licencia de Samuel para competir por la Presidencia. Salinas, cercano al PRI y al PAN, fue uno de los tres interinos que desfilaron en el Congreso las últimas semanas de la gubernatura intermitente de García, aunque ninguno llegó a tomar las funciones del cargo.

En las antípodas de una “nueva política”, el enfrentamiento se extendió a denuncias de persecución política entre los dos Poderes que, procesadas por la vía jurídica, sentaron el precedente de la forma que tomaría la lucha política con el uso faccioso de la ley para neutralizar al adversario. El discurso del “nuevo, Nuevo León” acabó por ser un ariete contra los partidos tradicionales, a los que llamaba “bandidos corruptos, el día que saquemos a estos buitres de Nuevo León, nos convertimos en Texas”, ha dicho.

El otro gran perdedor es Movimiento Ciudadano, que se queda sin el candidato en que había puesto todas sus expectativas de trepar hasta la tercera fuerza electoral con una carrera en solitario frente a las coaliciones de Morena y el Frente Opositor. Su proyecto de tercera vía electoral sintonizaba con el discurso de Samuel contra la vieja política, con el que MC quiere diferenciarse del PAN y el PRD. Sobre todo el perfil de político joven, atractivo y exitoso lo acercaba a las nuevas generaciones de la clase media, que no se sienten representados por Morena ni el bloque opositor. Aunque el “factor Samuel” tampoco les aseguraba desprenderse de una intención de voto aún marginal en las encuestas, que no llegaba aun a dos dígitos, pero podía crecer.

Evidentemente, entre los beneficiados está el bloque opositor, que vuelve a acariciar la idea de una lucha entre dos y menor competencia entre los sectores medios que le podía disputar Samuel. El fantasma del candidato impulsado por López Obrador para dividir el voto opositor se disipó o, peor aún, lo logró ahogar la oposición cortándole las alas en Nuevo León.