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Apegos feroces (Sexto Piso, 2017), es un relato de no ficción, del género literario de memorias, es un texto autobiográfico, narrado en primera persona.

Vivian Gornik escribió este relato por primera vez en 1987 y se reedita treinta años después. Fue premiado como Mejor Libro del Año 2017 por el Gremio de Libreros de Madrid y recibió el Premio Euskadi de Plata otorgado por el Gremio de Libreros Gispuzkoa. Así mismo fue distinguido por el Mejor Libro del Año de No Ficción por Cultura/s de la Vanguardia y entre los mejores libros del año en los suplementos culturales de los diarios El Periódico y El Mundo.

Hay en la historia una pregunta subterránea que guía la narración: ¿hasta dónde termina mi madre y empiezo a ser yo? En relación a las conquistas del feminismo de la segunda ola, destaca que es la protagonista quien escribe y narra su propia historia. Se valora la conquista de la ciudad por las mujeres; ellas pasean, dialogan, discuten, pero sobre todo salen solas y sin temores sin la protección masculina como antaño.
Vivian Gornik, desgrana la relación con su madre, exhibe la ambivalencia de sentimientos de amor y odio que se construye alrededor de este vínculo tan universal y particular; tan fuerte y tan frágil, que limita e impulsa, que retiene y expande. Pero el centro de relato está en el genuino deseo de la hija de encontrar su lugar propio en el mundo, de vivir su propia vida a pesar que sus decisiones sean a veces equivocadas.

La estadounidense reflexiona sobre la experiencia de ser mujer en una sociedad y un tiempo. La narrativa es deliciosa y equilibrada, juega con los tiempos va del pasado al presente, es anecdótica y analítica. Devela la subjetividad. La recepción de la novela es positiva. Se ha traducido a 13 idiomas en los últimos cuatro años y ha sido aclamado por la crítica y también, por apasionados lectores en español que, la han descubierto.

Gornik recuerda cada situación y cada evento de su vida: la muerte de su padre, la viudez de la madre, el encuentro con Nettie, la vecina embarazada, que se entera de su viudez a las seis semanas del embarazo. Nettie representa la antítesis de la madre. Es joven y atractiva: aunque, sumamente vulnerable. «Como pronto se comprobó, Nettie, no tenía dotes de madre. Muchas mujeres carecen de ellos. La maternidad la había enloquecido. Había sido entrenada para atraer, no para domesticar, y vivía en la inopia. Aún así, Nettie estaba dotada de encanto.»
Las protagonistas representan tres modelos de mujeres cuyos apegos están determinados por la huella generacional que signa de manera trágica y mítica su respuesta frente al amor, la sexualidad, la soledad, la pareja, el matrimonio.

La ciudad tiene el rol de personaje esencial en la narrativa de Gornik. La metrópoli se habita, se vive, se camina, se recorre, se disfruta. Es un lugar propicio para encontrarse y dilucidar las subjetividades de los habitantes neoyorkinos. Ellas disfrutan de los cafés, de los bares, de la magia infinita de la gente, de los teatros. Madre e hija se apropian de las calles, y disfrutan de todas de las experiencias humanas que les ofrecen, admiran los edificios que se dibujan altos contra el cielo despejado, las flores, los floristas, los quioscos de periódicos y sobre todo la densidad urbana. Las tardes asoleadas del otoño neoyorkino.

Caminan y pasean mientras recuerdan, platican, dialogan, pero también suceden los reclamos, las discordias, los enojos y los gritos. La complejidad de la relación madre hija está a flor de piel entre la empatía y la comprensión, pero también la necesidad de la distancia.
Desde el inicio, la narradora confiesa: “la relación con mi madre no es buena y a medida que nuestras vidas se van acumulando tengo la sensación de que empeora.” Pero paseamos por las calles de Nueva York continuamente. Pasear saca lo mejor de nosotras, durante los paseos no nos queremos, sino que a menudo rabiamos una contra la otra, pero de todas formas paseábamos”. Para Vivian, el amor: «es algo que se gana a pulso, incluso entre madres e hijas».

El final es sorprendente, la madre cuestiona a la hija: «—¿Por qué no te vas ya? No voy a detenerte. A lo que la hija responde: «— Ya sé que no mamá. Veo la luz, oigo la calle. La mitad de mi está dentro; la otra mitad, fuera.»
Y, ¿no es este final algo de la realidad universal de la relación madre-hija?

  • Apegos feroces, con la traducción de Daniel Ramos Sánchez se reedita en 2017, treinta años después de su primera publicación en inglés (Fierce Attachments: A Memoir, 1987). Vivian Gornik es una escritora, ensayista, crítica literaria y periodista; nació y creció en el Bronx, 1935. En 1969 comenzó a escribir en el Village Voice, donde empezó a darle voz al movimiento feminista de la Segunda Ola, hasta convertirse en una de las voces más reconocibles en este campo.

** Doctora en filosofía política, maestra en periodismo y psicoanalista
https://twitter.com/z_smeke?lang=es